diumenge, 27 de juny del 2010

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Sostiene Magalhães

Sorprende la habilidad con la que Portugal se está zafando de la mala prensa de España en el mundo

ENRIC JULIANA | 27/06/2010 | Actualizada a las 03:31h | Política

Conocí a Gabriel Magalhães la tarde del 8 de junio del 2009 en Madrid y desde entonces no le he vuelto a ver. Recuerdo a un hombre enjuto, de mirada irónica, envuelto en la ingravidez de Pessoa. Me hizo pensar, no sé por qué, en Antonio Tabucchi, interesante novelista italiano que tiene la mitad de su alma en vuelo perpetuo sobre Portugal. Un lusitano del bando aéreo.

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El bando de los portugueses aéreos no es fácil de aprehender. Son una inédita fracción.

Un Occidente oriental en el que las palabras nunca caen al suelo después de ser pronunciadas; un Oriente atlántico cuyas frases flotan con la ayuda de dos o tres significados que raras veces se excluyen entre sí. Portugal entero levitaría si no fuese por la existencia del otro bando, el de los de los portugueses terráqueos e imperativos, en el que militaba José Saramago. A los españoles, por lo general, les atrae más este segundo bando. El inefable Mourinho, que pronto ejercerá un gran magnetismo sobre la España depresiva y enfadada, pertenece a una de las variantes extremas del Portugal terrícola: intuición, inteligencia aguda, dureza mineral y un pronto troglodítico.

Habló Magalhães con un castellano perfecto y dejó embelesado al auditorio de la Casa de América con una finísima ironía sobre las diferencias entre los dos países. Nunca había oído narrar con tanta sutilidad la perpetua tensión peninsular. "Nos diferencia - empezó diciendo-una distinta manera de ir a los bares. En España, donde las distancias son grandes, la gente se apretuja en la barra hasta que no cabe un alfiler; en Portugal, donde las distancias son más cortas, las mejores cafeterías invitan a la lejanía: cada uno sentado en su mesa, cada uno en su mundo".

Le saludé al acabar el acto (organizado por la infatigable Maria Lurdes Vale, hoy vivaz columnista del Diário de Noticias)e intercambiamos tarjetas. No le he vuelto a ver desde entonces, pero sé de él. Gracias al sosegado placer de una correspondencia a la antigua, sin prisas, tratándonos de usted - como aún es norma en Portugal-,simulando que los correos electrónicos los transporta el vagón postal del expreso nocturno de Lisboa, hoy tengo el gusto de hablarles de un gran escritor, que, lentamente, sin estridencias, está interesando a los lectores de La Vanguardia."¿Quién es ese Magalhães que escribe tan bien?", me preguntaba hace unas semanas el diputado Carlos Aragonés, castellano áulico que lo lee todo. Busco la respuesta en el fajo de la correspondencia.

- "¿Iberista? No, no, yo nome considero iberista, aunque en Portugal algunos me definen así. El iberismo es un anacronismo. Fue algo que se inventó en el siglo XIX como un neoimperialismo compartido por dos países que se sentían agotados. El iberismo es ese abrazo de los dos boxeadores cuando ya no pueden más. A mí me interesa otro sentimiento: el de la peninsularidad. La peninsularidad es ante todo un proyecto cultural: una actitud que tiene como objetivo disfrutar de la inmensa riqueza de nuestras diversidades. En realidad yo soy un agente doble peninsular".

Nacido en Angola en 1965, se crió en el País Vasco, donde su padre trabajaba de geólogo para una explotación minera de Guipúzcoa. "De Angola no recuerdo nada, pero me enorgullece tener una simbólica gota de sangre negra; me crié entre niños gallegos, castellanos y extremeños en el País Vasco, una tierra magnética, un mundo embrujado que funciona como un imán. Me gusta mucho el País Vasco y en él aprendí las ganas de decir lo que creo que es verdad. Después estudié Literatura en Salamanca y me enamoré de Alba de Tormes, la tierra de santa Teresa. Allí deje los extremos de la política y empecé a vivir en el extremo centro de la fe". Magalhães es creyente.

Profesor de Literatura Hispánica y Portuguesa, imparte clases en la Universidad de Beira Interior y vive en el pueblo de Covilhã, no muy lejos de la frontera con Castilla y León. Acaba de publicar su segunda novela: Planicie de espelhos."Una narrativa de terror para descubrir si estamos verdaderamente vivos. Hoy en día no es fácil estar verdaderamente vivo. Nos rodean tantas ficciones que podemos convertirnos en una de ellas con facilidad. Una sociedad de imágenes es una sociedad de fantasmas".

Un día, espero que pronto, GM iré a Covilhã a saludar al profesor Magalhães. Con una maleta llena de preguntas: los amores del dictador Oliveira Salazar con la bella periodista francesa Christine Garnier; el legendario pelo blanco de ÁlvaroCunhal, el gran oponente de Salazar, símbolo radiactivo del pétreo comunismo portugués; la habilidad con que Portugal se está zafando estas semanas de la mala prensa de España...

El expreso de Lisboa me avanza una primera respuesta: "Nuestra política está bien conectada con Bruselas; Durão Barroso mueve muchos hilos y ha facilitado el pacto de la oposición con el gobierno. Por lo demás, somos más tranquilos ante la catástrofe: Occidente entero canta el fado y a nosotros nos suena".

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